Daniela Alejandra Chinchilla Sánchez (Bogotá, Colombia, 1996)
Grado en Bellas Artes, Facultat de Belles Arts de la Universitat Politècnica de València, 2019
Máster en Producción Artística, Facultat de Belles Arts de la Universitat Politècnica de València, 2019-2020
Hogar Temporal
Instalación. Madera, papel, parafina, cera de abeja, libros, una cama, 5 aguatintas y vídeo
4,89 m x 4,55 m x 1,80 m
Hogar temporal es una instalación en la que se recrea el apartamento familiar de autora, mediante una estructura de madera. El propósito inicial del proyecto es el de recrear alguno de los recuerdos que el espacio registró y creó con el tiempo, intentando repensar cómo se habitó la casa en un nivel más conceptual o sentimental.
A partir de este concepto, se inicia el recorrido a través de la entrada a la estructura, en la que encontramos noventa y tres papeles escritos a mano e intervenidos con cera de abeja y parafina, situados en el salón, zona más frecuentada por la familia. En ellos, se puede leer una reflexión sobre la estancia en el piso y la relación que hay entre los habitantes. En la primera habitación forrada en papel, se ubica una cama con cinco aguafuertes de los sobres de cartas enviadas a la dueña del cuarto y, que se leyeron en este mueble; un libro de poesía y el vídeo de una ventana que da al exterior de la casa. El envolver para ocultar, facilita el recogimiento y enfatiza la sensación de protección. El material- papel pigmentado y un poco translúcido- nos indica que esa sensación de seguridad, protección e intimidad no está asegurada. En la segunda estancia, observamos diversos libros que ocupan el suelo, impidiendo la entrada del público.
En este punto, encontramos la siguiente relación: hogar-seguridad-estabilidad en contraposición a inestabilidad-necesidad de un refugio. La problemática que ronda en lo expuesto como inestabilidad y la necesidad de un refugio se debe al desarraigo, ya que la casa pertenece a una familia que emigró de Colombia a España. Judit Uzcátegui (2011, p.79) señala que la casa permite precisamente generar lazos entre los propios habitantes, a la vez que se genera una sensación de arraigo ligado con lo íntimo. Al no sentir la casa como propia, el hecho de morar el espacio establece los vínculos necesarios para cubrir esa necesidad primaria de cobijo, pero no la de estabilidad.
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